Este ensayo originalmente fue publicado en 1963 con una segunda edición en 1965. Establece una comparación entre los dos procesos revolucionarios más relevantes del siglo XVIII: la revolución americana (1776) y la revolución francesa (1789). El objetivo de la autora es mostrar cómo dos procesos que partieron de la misma búsqueda de la libertad, una dominio británico y otra del Antiguo Régimen, tuvieron resultados tan disímiles. Con esta comparación la autora expone cómo fueron interpretados, hacia el interior de ambos movimientos, conceptos políticos tan trascendentes para las democracias actuales como poder, violencia, autoridad y ley, entre otros.